El Acta Constitutiva de la Federación nos ayuda a examinar las ventajas y desventajas de nuestra actual organización política
El 31 de enero de 2024 marca los 200 años de que se promulgó el Acta Constitutiva de la Federación, uno de los documentos fundacionales de México como nación independiente y en el que se establecen buena parte de las bases teóricas y dogmáticas de lo que ha sido y es el Estado Mexicano hasta nuestros días.
Pese a la importancia de su contenido, es un documento cuyo reconocimiento se ha desdibujado con el paso del tiempo. Fuera de los círculos especializados, muchas personas desconocen su existencia o, en el mejor de los casos, solo la ubican como el apéndice o anexo de la Constitución 1824, lo cual deja de lado su relevancia individual.
En sus 36 artículos constan decisiones fundamentales para nuestro país, tales como reafirmar la independencia de la Nación Mexicana; adoptar como forma de gobierno la República, representativa, popular y federal; establecer la existencia de un Poder Supremo de la Federación que para su ejercicio se divida en Legislativo, Ejecutivo y Judicial; así como establecer un sistema bicameral de Diputados y Senadores para integrar el Poder Legislativo, entre otras cosas.
El Acta Constitutiva es la base de la institucionalidad en el México independiente, que surge entre divisiones, conflictos de intereses y otras problemáticas internas que amenazaban con hacer imposible consolidar la integración de la “Nación Mexicana” después del efímero Primer Imperio Mexicano, que había concluído con la dimisión de Agustín de Iturbide en marzo de 1823. Como lo ha señalado Mario Melgar Adalid, tiene “un doble gran valor, pues dio los lineamientos conforme a los cuales debería integrarse el país, y es además la base constitucional de la Nación Independente” .
Este documento surge de los trabajos del Congreso Constituyente que se integró en noviembre de 1823 y que concluyó sus funciones con la promulgación de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos en octubre de 1824. Si bien es cierto que varios de los elementos contenidos en el Acta Constitutiva ya se encontraban presentes en la Constitución de Cadiz (1812) o se aludieron en el proyecto de Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano (1822), lo cierto es que su integración artículada, en el contexto de una República federalista, fue una novedad de gran trascendencia.
Gracias a documentos como el Manifiesto que el Soberano Congreso Constituyente hizo a los pueblos, en los momenos de publicarse el Acta Constitutiva de la Federación, es posible tener un testimonio de primera mano del ánimo que imperaba entre los integrantes de este Congreso Constituyente, pudiéndose advertir que, en la mayoría de los diputados, existía la convicción o, cuando menos el propósito, de que México fuera una Nación plural e incluyente, en donde las diferencias ideológicas o políticas pudieran superarse mediante el ánimo de integrar y defender una Nación fuerte y vigorosa. Consideraban su trabajo como la conclusión de 14 años de lucha revolucionaria por la independencia, viendo la misma como un proceso que, habiendo iniciado en 1810 y pese a episodios mas o menos afortunados como el Impero de Iturbide, debia entenderse y valorarse en su conjunto.
A 200 años de su publicación, vemos que ese buen propósito se ha perdido. Buena parte del discurso público y de la crónica histórica oficial, al referirse a la lucha por la independencia de México, se centra en exaltar su inicio, así como la vida y obra de quienes protagonizaron esa etapa inicial. La consumación de la independencia se conmemora de forma mucho más discreta, lo cual ocasiona que muchas personas inclusive desconozcan los términos y circunstancias en que se llevó a cabo.
Para los constituyentes de 1823 -1824, la nueva Nación Mexicana debía tener como cimientos “la unión, el patriotismo, la prudencia, la constancia y la uniforme y simultánea acción de todos los estados, autoridades e individuos de la sociedad” para superar todos los obstáculos que enfrentaba el establecer una federación, por lo que “todos los hombres que aman la patria y la libertad, deben reunirse bajo este estandarte nacional y formar una masa compacta y homogénea, capaz de resistir los embates de la corrupción, puesta en acción de distintas maneras, para destruir un sistema, cuya ecsistencia es incompatible con la suya” .
La corrupción se consideraba como uno de los mayores problemas que tenía que enfrentar el país para su consolidación. Al respecto, los representantes del Congreso Constituyente señalaron que “la corrupción que nos dejaron por herencia nuestros anteriores gobiernos, la naturaleza de nuestra organización política, de nuestra legislación y la gran masa de hombres que hoy no encuentran la precisa subsistencia, por causas que están a la vista de todos, constituyen otras tantas diferencias esenciales, que hacen mas peligrosa nuestra situación” advirtiendo, asimismo que “una Nación puede llegar a un grado de corrupción que le haga incapaz de ser regida por instituciones liberales” .
A 200 años de distancia, pareciera que las y los mexicanos no hemos sabido hacer frente a ese enemigo que nos persigue desde el inicio de nuestra vida independiente como país, y que por el contrario, la advertencia que nos hicieron sobre la necesidad de erradicar la corrupción se está cumpliendo en diversas regiones del país donde la penetración del llamado crimen organizado y su gran poder corruptor, están haciendo que las instituciones del Estado dejen de ser operativas, desplazando las funciones propias de las autoridades hacia dichas organizaciones.
Al concluir el pronunciamiento que hicieron con motivo de la publicación del Acta Constitutiva de la Federación, los representantes del Congreso Constituyente de 1823 – 1824 hicieron un llamado a quienes habitaran México para que se hicieran responsables de concretar esas ideas, deseos y objetivos que planteaban en sus documentos. Dos siglos después, esas palabras todavía son vigentes y la responsabilidad sigue estando en manos de todas y de todos los mexicanos para lograr que nuestro país florezca la igualdad, el respeto a la ley, la democracia y sobre todo el respeto y vigencia de los derechos humanos. “Mexicanos, la suerte esta tirada, a nuestra sensatez corresponde fijarla”.